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vino con sandía       

Armando Zeblox
martes, septiembre 28, 2004
 
noche de tangos y fernet
Ya quisieras...
Ya quisieras vos, verme circulando por la rampa amarilla de la senda peatonal, piscuí.
Tirando de mis trenzas para avanzar hacia la ronda final y allí hacer una willy con mis instalaciones eléctricas. Total, qué te importa a vos, patrón de industria textil. Qué me venís a reclamar insuficiencia renal cuando acá el que no paga el dentista es él.
Ya quisieras verlo a él, parado en la esquina, esquilando ovejas, quién sabe. Mientras yo paso corriendo atrás del gran Tato, para que me firme un libro fotocopiado. "¿Fotocopias? Estás loco vos, chaval". "Pero fotocopias de verdad, leales, no quitan sentimiento". Y más, por qué no seguir contando a los salticones que vos, rumián de la calle Olaya me matufiaste un cuatro de espadas en quinto grado. Y lograste que todos me admiraran, al menos por un momento.
Ya vendrás vos corriendo atrás mío persiguiéndolo a Tato en busca de mi autógrafo, porque ahora que escribo en Vino con Sandía todos me halagan, pero che, no sabía que vos eras bolita, dame un abrazo con ojos cerrados.
Ya te creés vos que con los ojos cerrados vamos a sentir cosas que acá no se sienten, con ojos cerrados, ojos abiertos, ojos, sin ojos, un ojo verde y otro azulado, lo que vos quieras chumí de alcachofas.
Y ya vendrás vos, guapo de mortadela, a pedirme un pedazo de canción que escribí en la pared pensando en nuestros días mozos, correteando por Costanera Norte, colándonos en la reserva natural y matando al único ejemplar de perro que allá tienen. Qué te parece. Colibrí.

- -
Mi papá me mostró durante media hora un programa de Canal à diciendo que ese era Pavlovsky y después aparece un cartel con el nombre José "PANCHO" Carreras. Me aprendí una biografía inútil. Ahora sí estoy frita.

lunes, septiembre 27, 2004
 
lagañas, mocos, caca: cosas que desaparecen en algún momento y no sabemos dónde están
Hoy me puse fatalista y empecé a hablar de la finitud conmigo mismo. ¿Qué pasaría si se acabara el shampoo? O sea, los pueblos se quedan sin shampoo, porque, qué se yo, no hay más pantenol y no se puede hacer más. ¿Qué consecuencias sufriríamos? Yo no lo podría soportar. ¿Ustedes saben lo significativo que es para mí el shampoo? Es como un elixir matutino. No tomo shampoo, pero el shampoo me sirve para reflexionar horas y horas en la ducha sobre la finitud y otros temas tan fúnebres como ese. Pero ¿qué haríamos sin toda esa espuma tan hermosa en la cabeza? Me tendría que ir a los carnavales de todo el mundo, a que me llenen de espuma Rey Momo.
O por ejemplo, piensen en la mirada estereoscópica. No se hagan los giles. Me refiero a cruzar los ojos. Como que si eso dejara de existir, yo sería un doce porciento más triste. Si a mí me habla una persona sin parar y me aburre lo que dice, cruzo lo ojos y puedo verla con dos narices, tres ojos, cuatro ojos, es genial. La persona en cuestión, entonces, no nos dirá cosas tan aburridas(1), o las seguirá diciendo(2), pero nosotros sonreiremos y le será gratificante en alto grado que le sonrían mientras habla.
Bueno, si eso deja de estar yo agarro la magnum y no dejo rastro de mí mismo. Me mataría ra-ta-ta-ta-ta con ametralladora. Hoy estoy melancólico, porque todo es finito, porque el jabón es finito, porque los cables de los auriculares son finitos, porque el jabón es finito. Sepan disculparme. Me voy a comprar algún disco de boleros.

(1) Muy poco probable. En realidad, esto no ocurre casi nunca.
(2) Altamente probable. Es posible que quienes hablan sin parar tengan un index de temas aburridos de charla mucho mayor que los conversadores normales.

sábado, septiembre 25, 2004
 
la vida real en director
Hoy me quise poner las botas y tenían tanto olor a queso que me las tuve que sacar.
Necesito desodorante para pies ya mismo. Y tengo que comprarme una tostadora nueva, porque se me rompió la vieja.
Estoy triste.
Chau.

lunes, septiembre 20, 2004
 
El granuja de la calle Hugonotes - tomo 3 - cuarta parte - capítulo 6
Ella: Pero si te dijo que no vinieras, palangana. ¿Qué hacés acá, se puede saber?
Él: Me dijo Chuck que tenía que entregarte esto.
Ella: ¿Qué es esto?
Él: Abrilo.
Ella: Pero...
Él: Abrilo.
Ella: Es un juguete...
Él: Eso parece.
Ella: Un juguete de madera. Un tren de madera.
Él: Sí.
Ella: ¿Y qué hago con esto?
Él: Decíselo a Chuck.
Ella: ¿Se lo digo a Chuck?
Él: Sí, a Chuck.
Ella: Pero no sé bien qué hacer, yo nunca lo llamé en mi vida...
Él: Lo llamás y le decís que no sabés qué hacer.
Ella: Encima Chuck te dijo que no vinieras.
Él: Chuck me dijo que no viniera, pero después se arrepintió, porque dijo que tenía que entregártelo.
Ella: ¿Qué cosa?
Él: El paquete.
Ella: Ah, el del trencito. El tren de juguete.
Él: Sí.
Ella: Bueno.
Él: Bueno.
Ella: Supongo que deberíamos hacer algo con todo esto.
Él: Sí.
Ella: No sé si...
Él: Llamalo a Chuck y preguntale qué hacer con el tren.
Ella: Esto es insoportable.
Él: Si Chuck no está, le dejás un mensaje.
Ella: Voy a tener un ataque de nervios.
Él: Porque Chuck tiene un contestador.
Ella: Llevate el tren, por favor.
Él: No puedo.
Ella: ¿Qué? Yo te estoy pidiendo que lo lleves.
Él: Chuck me dijo que te lo diera.
Ella: Y yo te digo que se lo devuelvas, palangana.
Él: No me gusta que me digas palangana, y ya me lo dijiste dos veces.
Ella: Bueno, devolvéselo.
Él: Está bien.
Ella: Gracias.
Él: Pero si se lo devuelvo, no habré cumplido con lo que me pidió Chuck.
Ella: Sí habrías cumplido, porque ya me lo diste.
Él: Tenés razón. Pero me lo me lo estás rechazando.
Ella: Sí, para que se lo des a Chuck.
Él: Pero tenés que llamarlo a Chuck y preguntarle qué hacer.
Ella: ¿Vos estás seguro?
Él: Sí. Absolutamente.
Ella: Lo voy a intentar.
Pero ella no sabía lo que la esperaría cuando intentase levantar el tubo del teléfono para poner el auricular en su oreja.

domingo, septiembre 19, 2004
 
Maní con churrasco
Había una ventana color gris, con pasteles pintando verdes. Agua, manzana y pasto después de lluvia. Esos colores había, si mal no recuerdo. Adentro sentía una flor abrirse, parecía latir. Elixir. Miel de antaño, pensé.
El silencio inundaba todo y parecían miradas con ojos cerrados. No sé por qué sigo llorando con las canciones de Ricardo Arjona que mi profesor de Tai Chi pone para relajarnos. Me pregunto qué tipo de conexión subconsciente tengo con dicho cantautor. ¿Será mi padre? ¿Mi amante de otra vida?
La agenda repleta de clips y cartitas contando secretos se me cayó en la cabeza cuando tironeaba de un hilo perdido. Y me acordé de muchísimas cosas. Magdalena y su gato cascanueces, Pedro y su cabeza en forma de kiwi, Rosario y su cruz, momentos filosóficos que rezaban: "¿Tribilín y Pluto son la misma persona?". Y muchas otras cosas que decidí dejar adentro de la solapa plástica y no recordar, hoy no. Esos domingos de recuerdo pasaron lejos en carretilla. Era momento de sopas de espárragos, quesito derretido cual fondue y carteras 80´s para dibujar. La ventana ahora está toda negra y pensaba en una canción saltarina, francesa. Que con un clarinete marque melodías de campo. Quisiera tener el pelo de catriel. Sólo para acariciármelo mientras leo poesías melanco. El domingo es muy cliché, pensé. Y sí, es así. Un clásico de la vida de todo adolescente inactivo, a medio caminar entre las Barbies y los llamados de adultos. Me niego a colaborar. VinoConSandía es mi pasaje sin retorno a la casa rosa (1).

Regresión. Sí.
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Mi jardín tenía peces de colores, y usábamos delantales a cuadritos de colores varios, a elección.

(1) No es la casa rosada. Nada de política.

sábado, septiembre 18, 2004
 
sobre el chiste y el judaísmo
Ayer, un amigo, Miguel Paludi, me preguntó si es verdad que sólo los judíos pueden contar chistes de judíos. Eso es cierto. Y voy a explicar por qué:
a) Sólo los judíos tienen la experiencia requerida para molestarse correctamente entre sí con chistes judíos bien contados.
b) Los judíos tienen nariz grande. Eso nos lleva a pensar en la cantidad de resonadores nasales que pueden llegar a funcionar cuando un judío habla. Esa nasalización es imprescindible para contar chistes de judíos.
c) La única forma de no ser antisemita es siendo judío. Por lo tanto, los chistes de judíos sólo pueden ser contados por judíos: todo no judío que sea atrapado in fraganti contando chistes de judíos, será calificado inmediatamente de antisemita (1) y terrorista (2). Piensen, por ejemplo, en lo que le sucedió a Silvester Stallone, o a Frank Sinatra.

Hasta aquí mi exposición. Voto por que todos se transformen al judaísmo (3) para que nadie pueda dejar de contar chistes judíos cuando se le de la gana.
Shaná Tová.

(1) En todos los casos.
(2) En algunos casos.
(3) Diputados israelíes se encontrarían investigando la posible salida a la venta de unas píldoras de laboratorio que tendrían esa función, es decir, convertir a cualquier ser vivo en ser judío.

lunes, septiembre 13, 2004
 
Cejas de felicidad. ¿Cómo se hacen?
Llegué. Cociné unos fideos elegidos al azar. Tiré una pizca de sal, pimienta y un chorrito descontrolado de aceite al agua. Sonó el timbre. Un hombre con sobretodo gris y poleas en las manos dijo una frase en ruso. Lo ignoré. Miré la biblioteca y busqué un almanaque del ´93. Me distraje. Los fideos se pasaron. Volví. Estaban pegados. Rasquetié el fondo de la cacerola en busca de algún fideo en buen estado. No lo encontré. Tiré lejos el tenedor y comencé, con las uñas, a buscar entre la masa homogénea alguna forma de moñito que me satisfaciera, al menos una vez. Una mítica, única, vez. Y así fue que lo encontré, un botón verde. Chiquito cuadrado plástico casi derretido en el fondo de la cacerola. Lo habíamos perdido en una tarde de primavera con Jorgito Capelleti, un compañero de primaria al que apreciaba considerablemente. Las tardes que pasábamos correteando por el balcón de 1 x 1 nunca serán borradas de mi memoria. Sus penachos oscuros flotaban en el aire, y sus piecitos chapoteaban aleatoriamente en la pelopincho. Jorgito Capelleti, ¿dónde estás? Voy a buscarlo en Teleinfo, quizás su padre siga viviendo en la calle Lerma al doscientos, o su madre Mirta. A ambos, quería con el alma, yo. Y ahora me voy salturreando por el empedrado. Llueve y mi madre grita a una cuadra que la cena está servida. El horno, el delantal, las quemaduras, el hornito portátil. Un mundo adentro de un placard, porque nos mudamos a un departamento más chico en Soldati.

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Bondiola: tengo pensado hacerte un regalo. Pasé por un todomoda y chusmeé las bombachas culotte, pero después pensé que ya deberías tener centenares. Pensé en comprar una cajita feliz y regalarte el cartón grasoso para decores tu cuarto felino. Pero me aburrió la idea de entrar al instituto comercial. Encontré entonces unas pantuflas de leopardo en precio oferta. De igual forma no era sorpresa. Mañana te las llevo al sauna.

domingo, septiembre 12, 2004
 
Canchita de Paddle, sí que sí.
Cruzábamos Corrientes corriendo. Parecíamos Fabiana Cantilo en "En medio de los coches". Jugábamos como niños malcriados por un ciruja. Adrenalina corría en nuestras yugulares y entrepiernas al esperar detrás de cada uno de los vehículos la figura del compañero. "¿Estará? ¿Lo habrá pisado aquel camión de anarquistas?". Quizás debamos aclarar, para el público presente, que Francisco(1) es el A.I.(2) de Bondiola. En realidad muchos leemos a diario las crónicas de su analista, quien publica sesión tras sesión en su blog(3). En Zeblox universe creemos en la transparencia. Por eso no nos comemos cualquier osobuco que vengan a vendernos. La verdad de la milanesa está aca, entre nosotros. Y tiene nombre. Se llama Crocana, y tiene 14 años. Es la hija ilegítima de Zeblox, nacida fuera del matrimonio legal y legítimo. Zeblox conoce a Petraca(4) en un barcito de Villa Luro alrededor de las 5 de la tarde. Conciben a Crocana treinta y cuatro horas después. Pero nunca más la volvería a ver hasta el día en que Boroide presenta a su legítima novia Crocana al gran Zeblox y éste último reconoce en el brillo de la joven los ojos de su madre. Novelas familiares, sí que las hay.

(1) Personaje mencionado en el posteo anterior. Esta aclaración debería ser innecesaria porque suponemos que la audiencia lee día tras día las publicaciones. Pero bueno.
(2) Amigo Invisible. En 1254 George Jullian Kaindof inagura o innagura, dependiendo el dialecto al que lo adaptemos, la práctica del Carteado Invisible. Muchos solían firmar sus declaraciones con las siglas: T.A.I., es decir, tu-amigo-invisible.
(3) visitar: http://www.a_mi_paciente_le_chifla_la_corneta.blogspot.com
(4)Gordita oriunda del barrio de Quilmes adicta a la chípa y cosmopolitan por excelencia.
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Aclaro que Boroide concluyó su relación con Crocana siete horas más tarde, producto de lo incestuoso del asunto. Sabemos de las obsesiones y fobias de este B-man y respetamos su profundo carácter polifacético. En todo caso, deberíamos aclarar que en estos momentos, Boro y el profesor Tornasol sostienen una conversación que bate records mundiales en la terna: mejor beso de película.

sábado, septiembre 11, 2004
 
la historia melanco del día

  1. Hoy el día tuvo sus partes interesantes. Les voy contar por qué. Conocí a un fabuloso niño que correteaba por Costa Salguero como si estuviera poseído por el mismísimo Diablo. Era muy simpático, tenía cinco añitos, y le gustaba curiosear mucho.
  2. Felizmente pude conocer al chico, y mi estrategia fue la siguiente: le ofrecí un caramelo de ananá y se puso muy simpático conmigo. Me contó que se llamaba Francisco.
  3. Jugamos a las escondidas durante veinte minutos. Nos ocultábamos detrás de los árboles, y nos divertíamos muchísimo.
  4. Yo era feliz, él también lo era. Nos abrazábamos de emoción, y él no paraba de pedirme caramelos. Eran de ananá, como ya lo dejé claro antes. Con mi cámara, le sacaba fotos a Francisco, y él me sacaba fotos a mí.
  5. Yo posaba delante de los árboles, y Francisco posaba tirado en el pasto verde. Pero ahí empezó todo.
  6. Francisco se puso a rodar como un arrolladito primavera por todo el pasto, y casi se choca contra un poste de luz. Se levantó y se fue, salticando.
  7. Yo me puse a perseguirlo. No comprendía su conducta. Él era mucho más rápido que yo, y me llevaba varios metros.
  8. Lo perdí de vista. Ahora no sé nada de Francisco. Pero si me acuerdo de él, me tiro al suelo para rodar como un panqueque de dulce de leche, y me pongo a salticar por toda la casa. Al menos eso fue lo que hice recién.
  9. Lo extraño mucho. Voy a seguir dando vueltas y rodando por la alfombra.
  10. Muchas gracias a ustedes, lectores. Pongan lo mejor de ustedes.

viernes, septiembre 10, 2004
 
estela se queja
Después de tantas idas y venidas, podemos decir que el mundo está como está porque son sus gobernantes quienes no tienen las suficientes uñas como para cambiar la situación. Ayer me quería meter en la bañadera para darme un baño de inmersión(1) y -oh casualidad- me encontré con que la bañadera estaba llena de hormigas.
¿Podríamos decir que el Estado se está olvidando del problema de la insectación? ¿Acaso están interesados en hacernos recordar las grandes obras artísticas de aquel pintor español que dibujaba hormigas por todos lados(2)?
El pueblo quiere saber de qué se trata. Mientras tanto, lo único que se puede hacer es esperar a los fumigadores privados y utilizar los medios de información correspondientes para que nadie desoiga nuestros reclamos. La clase política deberá poner sus barbas en remojo; y si así no lo hicieren, podríamos conjeturar que se avecinan tiempos difíciles.

(1) Wir sprachen über das Bad von Estela. Estela trat ein Bad auf und als es getrocknet wurde, nahm es Einfluß das Fieber zu ihm. Dieses kann den Fall der Badewanne in der deutschen Kultur andeuten.

(2) De auteur spreekt over de beroemde Spaanse kunstenaar Salvador Dalí.

jueves, septiembre 09, 2004
 
hic et nunc, Vergilius georgalos manet
No permitimos que haya libre circulación de capital por aquí. Vino con Sandia pertenece a Burzaco, una región ubicada en el norte de Alemania cuyos habitantes son pacíficos y atlánticos. No queremos generar desconcierto en el lector, porque es lo que más preciamos: nuestros lectores son como el dulce de leche del pan, o el pan del dulce de leche, da lo mismo.
Nos encontramos hoy aquí para saludar este nuevo día con aversión y pumarola, para comer juntos una buena salsa de tomate y comenzar la jornada con todo el vapor de agua.
Deseamos a los lectores que, en este histórico lugar, y en un luminoso día como hoy, levanten los brazos bien alto y lleguen al cielo.

lunes, septiembre 06, 2004
 
retomando un concepto medieval
Me descubrí mirándome en el reflejo del charquito de la calle. Parecía demasiado simple como para no hacerlo. El cielo atrás me daba la sensación de apertura, de borroneada de renglón, de cuchicheo bombón en el recreo. DESPUÉS saqué los pies de remojo y los sequé con la factura de la librería PuertoPerico. Siempre pensé que caminar descalza por la senda peatonal me ayudaría a entender un poco más el alma de linyera. Pero no fue así. En seguida me corté con unos vidrios mal distribuídos y me asusté, un poco. Pensé en la gangrena del tatarabuelo de uno que conozco, que por congelarse los pies en medio de Rusia tuvo que morderse los dedos índice y meñique y arrancárselos. Los escupió lejos para las hienas. Pero volviendo a mi interés por el linyerismo, creo que esta vez no podrá ser, porque terminé en la clínica de Once, preguntando por algún médico de guardia que me cosiera las lastimaduras. Después de eso, pasó algo insólito. Tenía yo los pies hacia arriba esperando que las heridas absorbieran el azúcar que un médico gordito y simpaticón me tamizó sobre las coseduras -para que crezca el cascarudo- y entonces lo ví: era un enfermero con traje de buzo que merodeaba por todas las salas de la clínica. No sé que buscaba, pero me gustaba su andar subacuático. Me lo imaginaba flotando en un líquido burbujeante, con la música de La ola está de fiesta. Porqué no. Flavia Palmiero siempre fue muy alegre. Este tipo me parecía de lo más misterioso. Yo pensaba que los enfermeros eran todos médicos frustrados, pero vemos que no. Esta vez no, Bolita. No sigas con tus prejuicios de mal agüero. Después en el camino de vuelta a casa (mi familia ni percibió mi ausencia durante los tres días de internación) escuché una de las mejores conversaciones de colectivo:
- ¿Qué te pasa cuchi?
- Ya te dije, me duele la cabeza.
- ¿Querés llamar a mamá, a ver si estás ojeado?
- Da igual.
Yo creo en la misericordia de Zeblox, y en el ojeado paternal y/o conyugal. La verdad lo es todo.
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Bondio: mañana tengo pensado recorrer Plaza Francia para descubrir las matufias y las tramoyas de todos los puesteros de la feria hippie. Están tramando algo con la alpaca. Cuento con tu placa del FBI para indagar y aplicar el método clínico en los sujetos entrevistados.

domingo, septiembre 05, 2004
 
esperando a zeblox
Voy a intentar explicar por qué los cartoneros (1) creen en la palabra de Zeblox. Hubo una vez un cartonero que cantaba muy bien. Su nombre era André.
André fue descubierto cantando por un famoso productor musical (2), quien lo invitó a pasar a su casa. André mantuvo una larga conversación con él. El tópico era la basura, de la cual ambos sabían bastante: el productor musical hablaba del estilo musical con que trabajaba, y André le chusmeaba qué es lo que comían los vecinos del productor musical.
Bueno, la cuestión es que André se hizo famosísimo, y además se hizo travesti. Era un travesti hermoso, o sea que no estaba bueno: era lindo, digamos. Su cuerpo era armonioso, y además era feliz. Era el primer travesti cantante del país. Y ya no se llamaba André. Su nuevo nombre era Andrée.
Pero la presión mediática era importante: mientras Andrée cantaba en canchas de baloncesto, tenis y voleyball, y ya tenía un importante grupo de fanáticos que lo seguía a todas partes, los reporteros gráficos y los periodistas de radio y televisión decidieron meterse con ella. Se pusieron agresivos e incisivos: "¿Acaso nunca se va a operar los pechos?", "¿Se acabó la importación de siliconas?" y "¿El caucho para cuando?" eran las preguntas que más se hacían.
Tanto molestó la radiodifusión con el tema, que Andrée decidió operarse los senos. Pero se los operó con un cirujano megalómano, quien esparció sobre su pecho una sustancia milagrosa (3), que catalizó diversas reacciones químicas (4) y provocó el aumento del tejido glandular mamario de Andrée.
Andrée se fue del hospital con sus dos nuevas adquisiciones, y cuando llegó a su casa, se fue a dormir, sumamente contento.
Al día siguiente, se despertó con el canto de los pájaros que se posaban sobre el tendido eléctrico de la calle. Andrée fue al baño, dispuesto a lavarse los dientes. Aconteció que, al mirarse al espejo, observó que sus senos habían aumentado en un 30% (5). Estaba sorprendido, pero no se preocupó demasiado, porque al fin de cuentas no le quedaba mal.
Otro día pasó, y Andrée se levantó de la cama horrorizada: ahora sus dos pompas de jabón estaban más crecidas aún. El problema principal era que Andrée ya no podía verse al espejo: su delantera era tan grande que su cara estaba absolutamente cubierta, y le era muy difícil respirar.
Su grito se escuchó hasta en Bruselas: "¡Zeblox redentor, perdona todos mis pecados! ¿Soy acaso un ladrón, para que me castigues con tanta crueldad? ¡Perdóname, señor, sálvame, Dios mío!"
Y así fue que el ángel Gabriel llegó del mismísimo cielo y le pinchó sus dos globos enormes con una aguja mágica de oro.
Esta historia, que se relata de cartonero a cartonero (6), constituye un ejemplo de cómo Zeblox está con nosotros, más allá de lo que digan, más allá de lo que haga Michael Jackson con su dinero, más allá de todo.

Buenas noches.

(1) Gente que tiene que trabajar día tras día juntando cartón.
(2) Su nombre era Chuncisco Pablo Merced Lazlo "Pocho" Ronner Galíndez, pero se hacía llamar Tony Mottola.
(3) La sustancia en cuestión tenía olor a esencia de vainilla.
(4) Las reacciones químicas fueron muchas y muy complejas, y no vienen al caso.
(5) El número es inexacto.
(6) Lo mismo sucede con el mate: se pasa de mano en mano. Todas éstas son costumbres locales.

miércoles, septiembre 01, 2004
 
Rescate en Claypole
Fácilmente me dejé seducir por los placeres mundanos de la calle Balbastro al sietemil. Qué poco pudor las damas que bailaban y sarandeaban sus pompis dentro de jaulas de hierro y alpaca. Yo no creo en la prostitución como institución aislada. No es casualidad que después de una noche de ron terminemos tocando el timbre en el local "Chichis". Creo que entré, no sólo por la excitación de burdel, sino también por sentirme adentro de Rolita, aunque sea una vez. Adentro todo era de humo y color artificial. Las risotadas daban miedo y no me quise sentar en ningún lado, a ver si me contagiaba algo. De golpe recordé a mi madre que al salir de mi casa me gritó: si vas a tomar algo, que abran la botella adelante tuyo!. Me dio ternura. Qué lejos estaban los padres de "Chichis". O quizás qué cerca, pero nunca lo supe. Mis acompañantes, excitados, reunían el dinero para unos minutos de sexo desenfrenado atrás de la columna. A mí me llamó la atención la dorada decoración del lugar, me hacía acordar al Colón. Sí, al Colón. Al Salón Dorado, donde tantas veces me había quedado dormida escuchando alguna opereta. Ahora estaba en otro mundo. Ese mundo tan sucio pero eróticamente siniestro. Deseaba participar. Por eso me subí a la tarima y me meneé y me meneé como Dios manda. No, no gané nada. Pero fue la experiencia de bailar en un prostíbulo que me enseñó mi camino: hoy me anoté en un instituto de estudios terciarios, voy a ser maestra jardinera.
Después de mi baile desenfrenado, y de que Roberto saliera con los pantalones bajos gritando ya no soy virgen, nos fuimos a desayunar al Tortoni. Creo que fue una buena noche, de esas que recordaremos en el geriátrico dentro de unos meses. Yo los quiero, chicos.

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Bondio, sigo esperando ver tu tatuaje. Desde cuándo vendés alcauciles en Punta Carrasco?